Archivo de la categoría: personajes

Las escenas

Una película o una obra de teatro tiene múltiples escenas, unas veces narrativas, otras son diálogos, o reflexiones o descripciones. La suma de las escenas alimentan el argumento.

Cuando construimos una escena tenemos que tener en cuenta cómo trazar el argumento de nuestro relato: ¿Qué relación tiene con lo anterior y con la siguiente escena?

Vamos a suponer que deseamos describir un personaje desmotivado porque no quiere ir al colegio. Tiene un examen difícil que no ha estudiado, un abusón se comerá el bocadillo en la hora del recreo…  El OBJETIVO de la siguiente escena, que propongo como ejemplo, es describir esa desmotivación:

Alberto abrió los ojos y los volvió a cerrar de inmediato. Los párpados le pesaban más de lo habitual cuando se trataba de ir al cole. Le bastó un segundo para darse cuenta de que era la hora de salir de la cama, pero no quiso asumir el reto de enfrentar el nuevo día.

Arrebujado entre la cálida sábana de franela y el edredón grueso volvió a acomodarse en el mullido colchón donde se sentía protegido, como si aquellas mezclas de telas sintéticas y algodón fueran sólidas almenas de un imponente castillo, circundado por un profundo pozo, a su vez inundado con aguas fétidas, repleto de voraces cocodrilos y provisto de un consistente puente levadizo con trampas cruentas. Quería terminar el sueño donde los enemigos que lo sitiaban caían directos a los afilados dientes de los hambrientos reptiles, o morían ahogados en las infestadas aguas, cuando osaban asaltarlo.

Sitiado, pero feliz dentro de la seguridad de su refugio, no intentó desperezarse, y se entregó a la historia: desde las inalcanzables almenas, disparaba con puntería las flechas que procedían de un inagotable carcaj.

Creación del personaje 2

Atrapada en el tiempo
Cubierta de Atrapada en el tiempo

En la última publicación del 1 de febrero abordé algunas cuestiones acerca de la creación del personaje y qué consecuencias tiene su buena hechura. De ello puede depender que  trascienda a su propio creador incluso.

Para mi segunda novela corta, Atrapada en el tiempo, di a luz a Alba, una adolescente que de manera involuntaria y arbitraria despierta el mismo día, un lunes a principios del curso escolar.

Quería empujarla a una transformación de su visión del mundo para que apreciara el lado positivo de la vida que le esperaba.

Al inicio de la historia, Alba elige actitudes moralmente reprobables por acciones impulsivas. Por otra parte, la personalidad introvertida de la joven hace que se sienta inferior e incapaz de expresar sus sentimientos amorosos. Por si fuera poco, le añadí algunos obstáculos en su vida familiar. Con este cóctel pretendía que el personaje sintiera una presión que la empujara a realizar cambios para comprender cómo podía modificar «los detalles» de su vida. Pequeñas transformaciones, que, sumadas, la llevarían a otra percepción de su propia realidad.

El tiempo la encerró en una espiral rutinaria por la que la protagonista debía moverse para evolucionar. La elección consciente de una u otra acción tienen repercusiones en su historia y además, debe abordar consecuencias inesperadas que la obligan a hacer nuevas elecciones, lo que a la vez la conducen a nuevas consecuencias.

En definitiva, nuestros personajes tienen que tener tintes de realismo, acciones y consecuencias, toma de decisiones y nuevas consecuencias, conflictos y una resolución final.

Creación del personaje 1

LA CREACIÓN DEL PERSONAJE ES EL PUNTO DE PARTIDA DEL RELATO

CREACIÓN DEL PERSONAJE
Personaje creado por Arthur Conan Doyle

Una de las esencias de cualquier relato es el personaje o personajes. No deja de ser curioso que muchos lectores hayan olvidado al creador del protagonista de alguna historia, e incluso habrán convertido el personaje ficticio en persona real. Breve ejemplo, ¿Sherlock Holmes fue concebido por…?

Si yo fuera Arthur Conan Doyle y nadie se acordara de que yo creé al detective Holmes, estaría orgulloso de la trascendencia de mi personaje, de cómo me ha superado (al menos yo querría eso).

Estoy de acuerdo con Isabel Cañelles (La construcción del personaje literario) cuando dice que «Don Quijote está más vivo que Cervantes» o que «Hamlet nos atormenta mejor que Shakespeare, hijo del sombrerero de Stratford.» Para Cañelles, los lectores se sentirán «cautivados por su irrealidad».

Patrick Süskind logró que oliera los perfumes leyendo su libro (¡y eso que sufro de una rinitis crónica que a veces me deja sin olfato!). Ahí estriba el éxito del personaje. Si se logra que el lector perciba por los sentidos del protagonista, que comparta o discrepe de sus opiniones, que tema por su vida o integridad, es que hay un gran creador detrás. Eso es lo admirable de los grandes escritores.

Los griegos usaban una máscara para distanciar al actor del personaje. Intento algo parecido cuando concibo al protagonista y los demás personajes que lo acompañarán a lo largo del recorrido de la obra. Dejo que tengan una voz propia y trato de no interferir en su evolución. Me obligo a dejarlos avanzar solos sin pensar en el qué dirá la gente. Creo que es importante desvincularte de las personas que intervienen en la obra. Piénsese que es un bebé recién nacido, pero que al paso de los años desarrollará su carácter propio, tendrá un lenguaje particular, gestos, tics… Puede ser que le guste soltar improperios o hablar a gritos, aspectos contrarios a tu propia personalidad. Por eso es importante dejarlo que grite o que diga palabrotas. Si pensamos que nuestra mamá va a leer el texto y nos va a tachar por «maleducados» estaremos cometiendo un error: nos estaríamos autocensurando y el personaje puede perder naturalidad y realismo.

Crear el personaje de un relato es una tarea compleja. Desde mi modesta perspectiva, creo que el escritor tiene que jugar a ser Dios porque moldea, a partir del barro, una estructura que tendrá aspecto físico, moral y perfil psicológico. Una persona con fortalezas y vulnerabilidades; alguien que, en ocasiones, puede perder el control o incluso arrebatárselo a su creador.

De ahí que lo compare al hecho de dar a luz un bebé y ser testigos del crecimiento: observamos cómo madura, nos reímos con los primeros balbuceos, corremos cuando llora, lo compartimos con amigos y familia (el público), sentimos inquietud cuando sufre y llora, lloramos de alegría al ver sus éxitos.

El personaje es un ser independiente que tendrá éxito cuando trascienda al creador.

Cuando leas una novela o un relato céntrate en el personaje, observa cómo ha sido concebido, cómo se explican sus rasgos físicos o psicológicos, qué lenguaje utiliza, cómo piensa, cuáles son sus habilidades, sus fortalezas y flaquezas, qué dicen los demás de él…

Sebastián

Sebastián es un niño de diez años con facilidades para liderar a sus amigos. Le encanta jugar al aire libre de manera creativa, disfrutar del mar cada mañana, de los barrancos y de la montaña…

La novela se estructura en nueve partes y un epílogo. Cada una de ellas se corresponde a una aventura que tiene como protagonistas los muchachos de la Calle Malaya.

Acompáñalo a lo largo de la novela recorriendo el impresionante paisaje de San Juan de la Rambla.